Las mujeres y las niñas afganas importan
30 julio 2024
En el mes de agosto del año 2021 retomaron el poder en Afganistán los talibanes, tras dos décadas fuera de él. Durante el período 2001-2021, la violencia contra las mujeres continuó siendo endémica, aunque se tomaron medidas importantes como la creación del Ministerio de Asuntos de la Mujer o el impulso de la legislación en favor de sus derechos, la aprobación de la Ley de Eliminación de la Violencia contra las Mujeres o la normativa contra el acoso sexual de las mujeres y las niñas.
A pesar de la desigual situación en diferentes regiones, las niñas pudieron ir a la escuela y las jóvenes accedieron a la universidad; las mujeres ingresaron en el ejército, abrieron sus propios negocios y, en algunos ámbitos, como el policial, se crearon consejos de mujeres profesionales. El Gobierno de Afganistán llegó a tener cuatro ministras, una gobernadora provincial y, en 20 provincias, una vicegobernadora de asuntos sociales.
Con la llegada del nuevo régimen talibán, todos estos avances quedaron cercenados. En el actual gobierno, no sólo no hay ninguna mujer, sino que, además, se eliminó el citado Ministerio de Asuntos de la Mujer y se creó el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, lo que ya auguró la voluntad de eliminar todas y cada una de las libertades públicas conquistadas por las mujeres y las niñas afganas.
Las mujeres han sido privadas de la educación a todos los niveles y se les ha prohibido trabajar. También se les impide practicar deporte o salir solas de casa sin un mahram, es decir, un hombre de parentesco cercano, como padre, hermano o esposo. No pueden acudir a salones de belleza, se ha impuesto, nuevamente, una vestimenta femenina que “protege su virtud” y tampoco pueden utilizar transporte público, dado que no pueden compartir espacios con hombres que no sean de su familia. No sólo no existe la libertad de expresión, sino que las mujeres no tienen potestad para decidir ni si quieren casarse o no, ni con quién; ni tampoco sobre su sexualidad y maternidad. Estas son algunas de las múltiples prohibiciones impuestas por el gobierno integrista de Afganistán que ha restituido el patriarcado institucional con una ferocidad inusitada. Como si volvieran para cobrarse deudas pendientes.
Las represalias contra aquellas mujeres que se salieron del arquetipo de feminidad prefijado por el fanatismo islámico han sido de las más furibundas. Especial referencia a las mujeres juezas o policías, que han sido fuertemente censuradas y violentadas por los hombres a quienes condenaron en su día. Los ataques a sus propiedades y familias también han sido una constante.
Es importante señalar que en Afganistán hay varias generaciones de niñas y mujeres jóvenes que no habían vivido nunca bajo el yugo talibán, y que, aunque durante el período en el que estuvieron fuera del poder no se había alcanzado ni de lejos la igualdad, los avances habían sido significativos. Ellas y el resto de las mujeres afganas han sufrido un retroceso en sus derechos, libertades y condiciones de vida difícilmente comprensible para quienes hemos desarrollado nuestros proyectos de vida en una democracia plena europea.
Tres años después, la llama de la lucha contra el yugo talibán y su institucionalización del patriarcado más violento y represivo de todos está casi apagada. Pocas son las voces que siguen clamando por ellas y la Comunidad Internacional ha mantenido, desde el inicio, una actitud indolente ante tanto sufrimiento, como si las vidas de todas esas mujeres y niñas no valiesen absolutamente nada. Esas vidas siguen importando y quienes podemos alzar la voz por ellas, no debemos dejar de hacerlo. A todas ellas, a las niñas y mujeres que siguen bajo el integrismo talibán, les va, literalmente, la vida en ello.